Los ciclos de Kondratieff, la conexión de Jackson y la explicación de Fekete

Por Eduardo Blasco Nikolai Kondratieff fue un economista soviético que desarrolló la teoría de los ciclos largos: periodos de expansión, estancamiento y recesión que duraban alrededor de sesenta años. Nacido en Kostromá, se mudó a San Petersburgo para estudiar con Mikhail Tugan-Baranovsky. En 1919 se trasladó a Moscú, y en 1920 fundó el Instituto de…

Por Eduardo Blasco

Nikolai Kondratieff fue un economista soviético que desarrolló la teoría de los ciclos largos: periodos de expansión, estancamiento y recesión que duraban alrededor de sesenta años. Nacido en Kostromá, se mudó a San Petersburgo para estudiar con Mikhail Tugan-Baranovsky. En 1919 se trasladó a Moscú, y en 1920 fundó el Instituto de Coyuntura. En 1922 Kondratieff escribió por primera vez sobre su teoría, y en 1925 esta ganó fama tras ser publicada como artículo, y posteriormente, como libro, en 1928. Su obra se dio a conocer a un público más amplio en 1926, con su traducción al alemán; y en 1935, con la publicación de un artículo exponiendo su teoría en inglés.

En este artículo en inglés, Kondratieff presenta cuatro olas. En la primera, la expansión se extiende desde finales de 1780 o principios de 1790, hasta 1810, con una depresión que duró desde 1810 hasta 1840. El segundo ciclo duró desde 1840 hasta 1890, terminando la expansión —y, por tanto, empezando la recesión— alrededor de 1870. Por último, el crecimiento del tercer ciclo dura hasta el sexenio entre 1914 y 1920, y la recesión desde entonces hasta la época en la que escribe Kondratieff.

Los ciclos largos son periodos de acumulación de capital. Kondratieff enfatiza el capital tangible, al observar la riqueza material, pero también es importante recalcar el capital intangible que se forma durante estos periodos, a medida que las fuerzas productivas avanzan hacia un nuevo nivel de desarrollo, más elevado. En un momento determinado comienza un declive de la actividad económica, que luego vuelve a crecer desde un nuevo punto, más elevado que el de partida. Con esto Kondratieff defendía que el capitalismo, lejos de estar abocado al fracaso, seguía un patrón de crecimiento económico sostenible.

León Trotsky criticó el trabajo de Kondratieff, pues este suponía interpretar el capitalismo como un sistema cíclico que se corregía periódicamente. Trotsky, por el contrario, defendía que el capitalismo no experimentaba «ondas» de crecimiento y crisis como algo inherente, sino que se dirigía inexorablemente hacia una crisis final y definitiva, que lo desmoronaría por completo. Según Trotsky y otros críticos marxistas, la visión de Kondratieff parecía atribuir al capitalismo una estabilidad que ellos consideraban inexistente; su teoría sugería que las crisis no ponían en cuestión la supervivencia del sistema, sino que formaban parte de un mecanismo de renovación interna. Para Trotsky, esto era un enfoque ilusorio, pues interpretaba las aparentes fluctuaciones cíclicas como simples respuestas temporales del capitalismo ante las turbulencias externas de la superestructura, y no como elementos endógenos al sistema.

La polémica entre Kondratieff y Trotsky fue el inicio del declive para Kondratieff. Hasta entonces su carrera había prosperado considerablemente; aunque no era bolchevique, sus conocimientos técnicos y su habilidad en el análisis cuantitativo lo habían llevado a colaborar en el diseño de un plan quinquenal para el sector agrícola ruso en 1923. Durante los años iniciales de la planificación soviética, cooperó con Bujarin y otros líderes en el desarrollo de la Nueva Política Económica (NEP), a la que apoyaba plenamente. Sin embargo, la crítica de Trotsky y su aparente «defensa» de la estabilidad capitalista hicieron que Kondratieff fuera visto con recelo y etiquetado como simpatizante de ideas revisionistas. Tras el abandono de la NEP, su suerte se selló: en 1928 fue destituido de su puesto en el Instituto de Coyuntura de Moscú, y en 1930, bajo órdenes de Stalin, fue arrestado y condenado a ocho años en un campo de trabajo. Aunque por mucho tiempo se creyó que había fallecido en 1931, Kondratieff fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en 1938.

Para llegar a esta conclusión —que le costaría la vida—, Kondratieff utilizaba una serie de más de una veintena de indicadores entre los que destacan —por la importancia que les daba el mismo economista— el nivel general de precios y el tipo de interés (de los bonos de deuda pública).

Como señala Antal Fekete, en el estudio de estos dos indicadores destaca Gilbert E. Jackson, quien encontró una conexión entre los dos y la existencia de ciertos ciclos largos. A esta interdependencia entre precio y tipos de interés la denominó «la conexión». En ocasiones, los precios suben y los tipos de interés aumentan posteriormente; otras veces, los precios bajan y luego caen los tipos. También puede ocurrir que los tipos de interés suban y los precios los sigan, o que los tipos bajen y los  precios hagan lo mismo. Frank A. Pearson y George Frederick Warren intentaron explicar este fenómeno afirmando que la causa era el movimiento en los precios: si estos subían, los acreedores notarían la pérdida de poder adquisitivo y exigirían una compensación a los deudores, mediante un tipo de interés más alto; si los precios bajaban, el poder adquisitivo de la moneda aumentaría y la competencia entre acreedores los obligaría a reducir los tipos. El problema con esta explicación, como dice Jackson, es que no da una explicación a «la conexión», que se da por ambas vías: a veces el precio sube y el tipo de interés le sigue, pero otras veces es el tipo de interés el que sube y el precio el que le sigue.

Fekete nos da una explicación:

Los ahorradores frustrados venden sus bonos y colocan los beneficios en commodities. Así un nivel de precios al alza puede caracterizarse por enormes flujos de dinero especulativo del mercado de bonos al mercado de commodities. A medida que se venden los bonos, sus precios caen; es decir, el tipo de interés sube junto con el nivel de precios. Pero tan pronto como los precios empiezan a caer en serio, el flujo de dinero se invierte y se desplaza del mercado de commodities al mercado de bonos, y cuando se compran bonos, sus precios suben: es decir, los tipos de interés bajan, emulando de nuevo el movimiento de los precios.

O sea: los periodos inflacionarios (de alza generalizada de precios) están acompañados por un aumento en las tasas de interés, lo cual se asocia con una salida de dinero del mercado de bonos hacia el de materias primas. En la fase deflacionaria, la relación se invierte: el dinero fluye de nuevo hacia el mercado de bonos, lo que lleva a una disminución en los precios y en las tasas de interés.

Otra manera de describirlo es diciendo que las variables V y P en la ecuación cuantitativa del dinero (MV=PQ) están conectadas. V es la velocidad del dinero, o sea la cantidad de veces que una unidad monetaria cambia de titularidad en una unidad de tiempo. La inversa de V (1/V) es la demanda monetaria. La demanda monetaria es lo que dictará el tipo de interés. A mayor voluntad de atesorar dinero, menor será el tipo de interés. Es decir, a mayor 1/V, menor i; por tanto, a menor V, menor i o a mayor V, mayor i. Como hemos visto con «la conexión de Jackson», existe una correlación entre el nivel general de precios (P) y la tasa de interés (i) motivada por el movimiento especulativo entre los mercados de deuda pública y de commodities, por lo que V está conectado con P.

A veces es el cambio de precio el que altera la demanda monetaria y a veces los cambios en la demanda monetaria alteran el nivel general de precios. Esta conexión no tiene por qué existir necesariamente en todo tipo de economías, sino solo en economías monetarias, con mercados de bonos y de materias primas.

Para Fekete fue el abandono del patrón oro el detonante de los ciclos de Kondratieff, pues con el patrón oro los ahorradores podían influir en la tasa de interés, mediante la acumulación de oro, restringiendo el crédito y estabilizando la economía. Al retirarse el oro como regulador, los ahorradores recurren a los bonos, creando un flujo especulativo en estos mercados, que genera periodos deflacionarios e inflacionarios. Es decir: la eliminación del patrón oro desestabiliza la estructura de tasas de interés, lo que aumenta la volatilidad en los precios y las tasas, generando alternancias extremas de inflación y deflación, características de los ciclos de Kondratieff.

Esta teoría, aunque pudiera tener sentido, no serviría como explicación teórica de los ciclos largos, pues Kondratieff detectó el origen de estos desde 1780, cuando todavía operaba el patrón oro. Una posibilidad es que la explicación de Fekete sirva para explicar los ciclos largos desde el abandono en el patrón oro, los cuales podrían haber aumentado la frecuencia y/o la intensidad desde entonces. La explicación para estas olas previas al abandono del patrón oro y a la necesidad de los agentes de refugiarse en el mercado de bonos para preservar su liquidez, puede encontrarse en la explicación más común en la literatura para estos ciclos: en el lado real de la economía. Los ciclos largos de alto y bajo crecimiento podrían ser el resultado de innovaciones técnicas y periodos de evolución.

La primera ola vendría causada por la invención del motor de vapor y el crecimiento de la industria textil. La segunda podría haber sido desencadenada por el surgimiento de la industria siderúrgica, que acarreó el aumento del transporte y, con ello, el mayor movimiento de personas y mercancías. El tercer ciclo largo coincidiría con la Segunda Revolución Industrial, caracterizada por su mayor uso de la ciencia, para mejorar los procesos tecnológicos, acelerando el ritmo del cambio tecnológico. Este sería el primer periodo en el que la complementariedad de los bienes de capital y las habilidades de los trabajadores generaría progreso tecnológico y económico. El cuarto y el quinto ciclo ya podrían haber sido causados por el abandono del patrón oro —y el venidero sexto— o haber sido desencadenados también por el lado real de la economía e intensificados por la falta de oro como estabilizador de los tipos de interés.